Conceptos importantes (desde página 339 a 344): Principio de la inercia neuronal: Enuncia que las neuronas procuran aliviarse de la cantidad. Explica además, la bi-escisión arquitectónica de las neuronas en motoras y sensibles, pudiendo así descargar con unas la energía recibida por otras del mundo exterior (función primaria). Entre los caminos de descarga serán preferidos los que conlleven un cese del estímulo, una huída del estímulo. Inercia como proceso permanente de captación y descarga para el cual el sistema está “programado”. Sin embargo este principio es quebrantado por estímulos endógenos.
Qη endógena: Estímulos que provienen de células del cuerpo y dan por resultado las necesidades de hambre, respiración y sexualidad, entre otras. Cesan sólo bajo precisas condiciones que deben realizarse en el mundo externo. Para esto es necesario resignar la tendencia original a la inercia, admitiendo una acumulación de Qη para solventar las demandas de la acción específica. Es así como la función secundaria, impuesta por el apremio de la vida, demanda un almacenamiento de Qη mediante resistencias que se contraponen a la descarga entre los contactos.
Barreras-contacto: Resistencias que se contraponen a la descarga, las que se situarían en los contactos entre neuronas (según lo deducido en la sesión -espacio sináptico-), que así reciben el valor de unas barreras. Estas bloquearían la descarga en las células de recuerdo.
Células de recuerdo: Tras la excitación de los estímulos, estas neuronas serían duraderamente distintas del estado anterior de no excitación, dado que Qη se descarga con dificultad o sólo parcialmente dada la existencia de las barreras-contacto.
Células de percepción: Células que permanecen inalteradas tras la onda excitatoria.
Intentaremos dar luces de los principales aspectos discutidos en la primera reunión. Entre ellos se encuentran preguntas irresueltas cuyo cuestionamiento seguramente seguirá dando vueltas en sesiones futuras. Aquí va, entonces, parte de lo que fue nuestro debut.
Una de las primeras preguntas que surgieron fue acerca del momento en que se puede hablar más directamente de psicoanálisis en Freud, esto es, el momento en que se da un cambio en su abordaje médico y neurológico de investigador hacia uno psicológico que lo calificará más tarde de psicoanalista. Aún cuando esta interrogación queda sin una respuesta precisa (como la contextualización de un año o un texto, los que deberán ser indagados) en la discusión surgen aproximaciones: Freud partiría como psicoanalista en sus Escritos Técnicos y junto a Jean-Martin Charcot (neurólogo francés y precursor de la psicopatología) con quien realizó investigaciones acerca de la histeria. Cabe destacar que aunque el concepto de inconciente surge antes de Freud, este es quien lo sistematiza dentro del psicoanálisis.
Será de suma importancia el estudio de la cronología de la formulación teórica freudiana en tanto la ubicación del Freud psicoanalista se esconde en los reveses que van cobrando sus conceptos desde un comienzo y en la necesidad de utilizarlos con nuevas significaciones. Por ejemplo: el término “defensa” en el sistema nervioso (sistema que comienza siendo protagonista en el “Proyecto”) más tarde requiere ser utilizado como función de un aparato psíquico, el que se “defiende de sí mismo” (esta forma de defensa será distinta a la huída del estímulo a la que recurre el organismo para evitar la sobrecarga energética). La defensa propiamente tal, proveniente del aparato psíquico sería distinta a la defensa que el organismo realizaría frente a estímulos que lo molestan, como por ejemplo el frío. Frente a esto, surgieron preguntas como: ¿cuál es la realidad del aparato psíquico? ¿Qué procesos, qué vivencias, dan realidad al aparato psíquico? ¿Por qué el sistema nervioso es distinto al aparato psíquico? De este modo, consideramos que plantear que los procesos psíquicos están determinados por estados cuantitativamente comandados por partes materiales comprobables, es distinto a creer que son (sólo) eso.
En este punto también se abordó el concepto de “huella mnémica”, concepto que hace alusión al registro de la estimulación neuronal que perdura en la neurona y que parece dejar una incertidumbre: ¿dónde ubicar tal huella? ¿Dentro de la neurona? ¿Entre neuronas? De a poco, vamos transitando hacia un camino menos explorado, desde la vida neuronal que principalmente hace referencia a Q “procurando aliviarse de la cantidad” hacia una “otra cosa” que no se sabe aún qué es. Más adelante veremos como la analogía con la pizarra mágica amplía este cuestionamiento.
Por otra parte, se discute el intento de Freud por construir una teoría limpia, estructuralmente sin errores, acerca de una máquina biológica que no puede hacer otra cosa sino descargar Q. Los afanes de Freud por construir una teoría limpia se reflejan también en el comentario inicial de Strachey que introduce el Proyecto, donde ilustra su proceso de construcción, el que Freud desarrolla en permanente contacto con su amigo Fliess, enviándole numerosas cartas con sus borradores, avances y retrocesos. Estas cartas muestran la minuciosidad y consistencia a la que Freud deseaba llevar sus reflexiones, las cuales permanentemente se le desencajaban: “luego de excesivos tormentos mentales, debo confesarme, dominado por la apatía, que las cosas todavía no concuerdan y quizá nunca lo hagan”. En este sentido se planteó en la sesión que este texto podría entenderse como un texto “obligado” para Freud, el que finalmente dejó de lado y criticó bastante.
Así también, se discutió que la continuación de esta teoría sobre una red estructurada arquitectónicamente para descargar se habría visto dificultada por la consideración de las neurosis, las que, describiendo a sujetos enfermos, se intentarían explicar desde un problema energético donde, en oposición a la simple descarga, se daría una acumulación energética en el sistema nervioso: algo que no puede salir. La máquina de Freud presentaría pues errores al no haber contemplado en su funcionamiento este último punto, por lo que debería reevaluar este aspecto y hacer calzar su teoría con los casos clínicos vistos en su consulta. Relacionada a esta falla en su formulación aparece la pulsión, la que impediría que Qη sea descargada a cabalidad dados los estímulos que surgen dentro del organismo y de los “cuales no se puede sustraer el organismo tal como lo hace con los estímulos externos”. Esto causaría que ciertas representaciones se tornen hiper-intensas, causando un acrecentamiento de la cantidad que el organismo no prefiere y del buscaría defenderse, reafirmando así su tendencia a la inercia, que también entendimos como homeostasis.
Un dibujo improvisado durante la conversación puede ser esclarecedor de esta problemática:
Siendo Q In = Q Out
A partir de este esquema, una pregunta surgida:
¿Qη es el acoplamiento de los estímulos endógenos del organismo (aquellos que generan las necesidades del hambre, la respiración y la sexualidad) y los estímulos del mundo externo que son incorporados al sistema nervioso? ¿Es que Qh > QIn y Qh > QOu? Este es otro cuestionamiento que queda abierto.
Es así como de a poco se va dibujando cada vez más claramente la pregunta acerca de cuál es la finalidad del aparato psíquico a partir de pensar cómo es que se hace el cambio desde la carga y descarga orgánica hacia una patología neurótica.
En relación a los últimos párrafos en que Freud procede a explicar el término de memoria, se discutió que el sistema estaría dividido en una parte “que deja entrar”, constituida por las neuronas de percepción (no alteradas), y en otra parte “que retiene”, constituida por las neuronas de memoria (alteradas). ¿Tendría que ver entonces la memoria con ciertas zonas preferentes de descarga, con el mecanismo de facilitación? Si lo original es el flujo, para poder almacenar habría que cortar este flujo, y es en este punto donde aparece el recuerdo. Las huellas mnémicas, antes mencionadas, prefigurarían todo lo nuevo. Para entender esto último fue de utilidad la referencia a la pizarra mágica. Esta está compuesta de una lámina plástica en la que directamente se dibuja y de una superficie que se encuentra ubicada bajo esta. La analogía con la memoria se establece al pensar la neurona haciendo el rol de aquella lámina sobrepuesta por donde el estímulo pasa (células de percepción) dejándola a pesar de todo inalterada, esto es: su excitación no la influye duraderamente, ya que no hay barreras contacto que impidan el “decurso excitatorio” completo. En la superficie inferior, bajo la lámina antes citada, quedarían, en cambio, los surcos de lápiz dejados anteriormente por los grafismos trazados. Es decir, quedaría la marca. Estas líneas invisibles, pero existentes, harían las veces de huellas mnémicas. Una propuesta surgida dentro de la conversación para ubicar estas huellas en el organismo fue que estas existirían “entre” neuronas, más que en la neurona misma. Esto es importante porque alude a la siguiente pregunta: ¿dónde trabaja la palabra del psicoanálisis? ¿En la neurona, en la materialidad (papel tras la pizarra)? ¿En la pizarra, como si fuera un “engaño”? ¿Abriendo nuevas vías? Como anteriormente se dijo, en esta parte de la discusión es cuando se hace preciso apelar a una instancia que se encuentra más allá. Surge de este modo la ambigüedad, palabra muy utilizada en la reunión, cada vez que se intentaba definir hasta donde terminaba lo biológico y comenzaba lo psíquico dentro del texto.